Dentro de la escuela o al salir de ella, la mayoría de los ciudadanos participes de una sociedad se ha preocupado más por la identidad del alumno o egresado sin tener en cuenta de cómo afecta dentro de éste, la persona del docente, es donde, desde mi punto de vista, brota el conocimiento, el crecimiento y la identidad.
Para poder tener un control o manejo sobre la enseñanza el docente debe tener en cuenta su formación, no sólo como éste, sino como fuente de ideas para otros, una de las partes fundamentales del educador es su papel como orientador, y de esto podríamos sacar muchas preguntas, ¿orientador, por qué?, ¿orientador, de qué?, ¿orientador, de quién?, ¿orientador, dónde y cuándo?, entre otras más. En el papel como tal, es necesario diversos recursos para que tenga como resultado un "buen alumno" o "un bien educado", y de esta forma se pueda comprender los conocimientos que se adquieren en el aula.
De esta forma clarificamos un poco más este "guión" donde el director de la obra es el docente y el protagonista el alumno, y denotamos que el objetivo del director es que sea una obra excelente digna de aplausos por parte del auditorio -digámosle así, a la sociedad-, siendo intermediario en la orientación del protagonista para lograr el mismo los aplausos, en vez de abucheos. El motor del educado se podría mencionar, como la pasión que tiene el educador para el aprendizaje, dejando una relación: maestro-alumno, pero claro la virtud del profesor tiene mucho que ver, puesto de él depende que tanto aprenda y logre el alumno, así como primordialmente el acercamiento, la interacción e intercambio de conocimientos.
Todo este perfil y/o identidad del educador tiene que ver mucho con su propio curriculum, el cual, por consecuencia de los intereses de la sociedad y sus mismos estudios, se ha visto modificado de una manera masiva y constante, todo esto en función del nuevo modelo educativo, permitiendo trabajar de mano con la modernidad y en parte con la globalización.
Para cerrar esta idea, debo hacer hincapié en la importancia del amor por enseñar, de parte del profesor, y el amor por aprender, por parte del alumno; de esta forma la identidad del primero se ve reflejada en el segundo, para este dejar huella por sí mismo en un tercero, la identidad y orientación que el docente refleja es tan esencial, cómo dice la frase…
“El doctor entierra sus errores, el ingeniero los exhibe, el abogado los encierra y el profesor los multiplica…”
Puesto que como alumnos, no del todo, estamos en manos del director, que al final de la obra recibirá rosas por su acto, o un montón de jitomatasos.
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